martes, 29 de diciembre de 2015

Sobre el éxito, la vida y sus definiciones

Creo que llega un momento en el que se vuelve importante decidir qué significa vivir tu vida de forma "exitosa", no por encasillarnos o ponernos un rígido arnés sino porque en esa definición radica aquello a lo que deberíamos dedicar la mayor cantidad de nuestro preciado tiempo. 

He notado como esa mismísima vida me lleva cada vez con más frecuencia a enfrentarme con esa pregunta, o quizás soy yo quien la formulo y estoy atenta a las respuestas. Como cuando en un evento de emprendedores, el conferencista preguntó quién de aquí quiere ser millonario y a mi no me nació levantar la mano. No porque considere el dinero como algo innecesario, de lo contrario cómo podría pagar la computadora y el internet con el que puedo publicar estas letras. Pero lo veo solo como un medio para un fin, y mi fin no tiene que ver con carros, ocho clósets o escalar en el mundo empresarial.

Más bien, noto que mi definición de vida exitosa está cada vez más alineada con estas hermosas palabras de Thoreau: 

“If the day and the night are such that you greet them with joy, and life emits a fragrance like flowers, is more elastic, more starry, more immortal- that is your success. All nature is your congratulation, and you have cause momentarily to bless yourself. The greatest gains and values are farthest from being appreciated. We easily come to doubt if they exist. We soon forget them. They are the highest reality. Perhaps the facts most astounding and most real are never communicated by man to man. The true harvest of my daily life is somewhat as intangible and indescribable as the tints of morning or evening. It is a little star-dust caught, a segment of the rainbow which I have clutched”

Una vida de continua exploración y desarrollo personal, de fomentar la felicidad y las causas para esa felicidad en mí y en los demás. En donde vida espiritual es redundar porque la forma en que se realizan las cosas más cotidianas puede ser un portal de transformación. Donde entrenar mi mente y mi corazón sea lo que más ocupe mis horas. Una vida de "poner en común" aquello que inspira a sacar lo mejor que la humanidad tiene para ofrecer. Lo mejor que cada persona que topo en mi camino tiene para ofrecer.

Esa es mi vida exitosa, esa es mi vida feliz.

¿Por qué el Budismo me da confianza? Parte 3

Esta es la última entrega de la serie, lo juro. Partes 1 y 2, por aquí y por acá

Alguna vez leí, justamente creo en uno de los libros de Anthony de Mello, que una colcha que no te arropa deja de ser una colcha porque no cumple su razón de ser. En cierto sentido, eso es algo que me sucedía con la religión Católica. Y digo "me" sucedía porque no pretendo asumir que a todas las personas les pasa lo mismo. Seguro hay mucha gente que en dicha tradición se siente como en casa y es su mejor camino de vida. En cambio yo, no sentía que en ella encontraba lo necesario, tanto en teoría como en práctica, para ser la mejor persona que podía llegar a ser. Para realmente transformar mi mente y corazón, y poder ayudar a las demás personas de la manera más indicada. 

En contraste, puedo decir con una mezcla de asombro y felicidad, que el Budismo sí me ha ayudado en esa tremenda tarea. En el día a día, me he dado cuenta de cómo actúo distinto en situaciones que antes hubieran dado rienda suelta a diversos tipos de problemas o emociones aflictivas. De cómo siento un estado sostenido de bienestar que se alimenta no de conseguir cosas, logros o deseos, sino de practicar meditación, loving-kindness y estudiar el Dharma. Siento, casi literalmente, cosquillas en el corazón.

¿Cuáles son tus pensamientos recurrentes?

El Budismo ha sido para mí como esa dieta que sigues haciendo porque puedes ver resultados. Requiere disciplina, constancia y a ratos quieres hacer trampa y comerte la torta de chocolate entera, pero no lo haces porque has podido comprobar con tu propia experiencia que sí vale el esfuerzo y que vas a lograr lucir ese vestido que tanto sueñas te quede bien. 

Confió entonces en que he encontrado el refugio correcto para mí. Y es una confianza sólida, basada en hechos concretos. Una confianza que nace por lo que esta tradición enseña, por lo que practican sus maestros y finalmente, por lo que he podido observar en mi propio comportamiento al seguir sus consejos. ¿Qué más se puede pedir?

  
 

lunes, 28 de diciembre de 2015

¿Por qué el Budismo me da confianza? Parte 2

(Me doy cuenta que estos primeros posts del blog, tienen como origen el "porqué", los motivos que me llevaron a cambiar mi vida de rumbo por una filosofía tan antigua y lejana. Y más que una justificación, lo siento como una necesidad de documentar. Es como si en estos escritos estuviera digiriendo dos años enteros).

(Ya sé, qué largo ese paréntesis).

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Si bien en la Parte 1, declaré que el Budismo me da confianza por ser la unión justa y necesaria de sabiduría y método, para esta segunda entrega usaré de ejemplo al maestro que, karma mediante, conoceré en Chile este año que está a punto de empezar:

Garche Rinpoche, rockstar

Escojo a un maestro para ilustrar por qué el budismo me da confianza, porque una de las mejores formas de comprobar si una filosofía, tradición o religión logran su cometido es observando el comportamiento de quienes la practican genuinamente. Y Garchen Rinpoche es la personificación de esto.

Nacido en el Tíbet en 1936, fue reconocido de niño como la reencarnación de Siddha Gar Chodingpa, tomó hábitos monásticos y tuvo la oportunidad de ser instruido en consecuencia. Sin embargo, cuando tenía tan solo 22 años sucedió algo que cambiaría la historia del Tíbet, del Budismo y de miles de personas, para siempre: la Revolución China.

Tíbet fue arrasado, monjes asesinados incluso mientras meditaban. Algunos pudieron escapar el horror, y otros como Garchen Rinpoche prefirieron quedarse y luchar como podían. Los Budistas perdieron la batalla y Garchen fue encarcelado por nada menos que 20 años. ¿Cómo actúa alguien que ha vivido grandes injusticias, torturas, pérdidas de seres queridos y una encarcelación de dos décadas? ¿Cómo actuarías tú? Al menos yo, como noestoyiluminada.com, perdería en parte la chaveta y el corazón. 

Garchen, sin embargo, usó todos esos años para profundizar secretamente en las prácticas Budistas gracias a que en el campo de trabajo, conoció a su maestro raíz, el lama nyigma, Khenpo Munsel. Al ser liberado y pese a tener una enfermedad que le causa fuertes dolores, se dedicó a enseñar por el mundo, abrir monasterios y compartir un mensaje de amor compasivo: 
"Love is the only cause of happiness. 
Its nature is all-pervasive like space. 
Love is the sunlight of the mind".
Siempre sonriente y bromista, en el documental "For the Benefit of All Beings", se lo puede apreciar en todo su esplendor, con esa luminosidad de alguien que tiene la fórmula para la felicidad verdadera. Y lo mejor de todo, es que quiere compartirla. 

Nos vemos pronto, maestro







¿Por qué el Budismo me da confianza? Parte I

Así como mi camino al Budismo estuvo pavimentado con reflexión, otra religión y cuestionamientos, es interesante ver que muchos grandes exponentes actuales de Budismo en Occidente llegaron por vías similares. 

Caí en cuenta de esto porque cuando escuchaba a Tenzin Palmo contar su historia de vida, me resonó con biografías como las de Pema Chodron y Thubten Chodron.  Las tres nacieron en Occidente, en religiones y familias que no tenían nada que ver con Budismo, y las tres pasaron por un recorrido de conocer varias tradiciones espirituales hasta llegar a Buda. 

Tenzin, Pema y Thubten, preciosas dakinis

Esto no sorprende mucho si precisamente Buda, llegó a iluminarse y dar a luz al budismo, luego de pasar por varias tradiciones y prácticas espirituales de su época. Es una tradición que desde su propio nacimiento estuvo marcada por la búsqueda y la introspección reflexiva. 

Para alguien como yo, que le da relevancia a la investigación y vive de un espíritu casi detectivesco, eso se siente como una muy buena noticia. Es un hecho que va de la mano con lo que repetidamente dicen los propios maestros Budistas sobre cuestionar, analizar y decidir por ti mismo, si lo que afirma esta tradición es creíble o no. Para muestra, las palabras del mismísimo Buda:


"Do not accept any of my words on faith,
Believing them just because I said them.
Be like an analyst buying gold, who cuts, burns,
And critically examines his product for authenticity.
Only accept what passes the test
By proving useful and beneficial in your life".

Es ahí donde existe una diferencia sustancial con otras religiones: no se intenta convencer a nadie de que tenemos la verdad y de que debes creer nuestras palabras ciegamente, por un acto de fe. No hay apego a un dogma que pueda ser rebatido racionalmente, incluso el Dalai Lama XIV ha llegado a afirmar que: 

“If scientific analysis were conclusively to demonstrate certain claims in Buddhism to be false, then we must accept the findings of science and abandon those claims”
(Si el análisis científico determina conclusivamente que ciertas creencias Budistas son falsas, entonces debemos aceptar esos descubrimientos de la ciencia y cambiar nuestras creencias). 

Y son precisamente los estudios científicos, los que en años recientes han tomado especial atención a prácticas Budistas como la meditación mindfulness, loving-kindness y a temas como la compasión y sus efectos en el ser humano, con resultados sumamente positivos. Resultados que confirman que Buda y sus discípulos desde hace ya más de 2.500 años enseñaban algo que tiene un efecto real, beneficioso y palpable. Este es otro punto en que el Budismo tiene algo que lo distingue de otras tradiciones religiosas: te da las técnicas necesarias para trabajar con tu mente, tus emociones y aquello que está complicando el camino de un genuino despertar. 

Esta tradición da la unión necesaria de intelecto y práctica, o cómo lo describen en los textos Budistas: la unión de sabiduría y método. Wisdom and method. Una combinación ganadora. Una combinación que da confianza. 

martes, 22 de diciembre de 2015

Cómo llegué a este blog

No sé si pueda distinguir cuándo fue ese momento en que me di cuenta que cultivar una vida "espiritual" era algo importante para mí. Pienso. ¿Cuándo empezó todo? Al menos en esta vida. No lo sé, aunque quisiera saberlo. Lo que sí tengo recuerdo es el de haber crecido en un hogar católico, haber estudiado en un colegio profundamente católico y haber realizado los ritos correspondientes a esa religión. Me daba pereza rezar el rosario eso sí, mientras que mi mejor amiga desde niñas lo repetía a diario en vacaciones. Hice la Primera Comunión con vestido blanco y diademita de flores en la cabeza. Luego, la Confirmación en esa fe durante mis años de secundaria. Todo de acuerdo con el guión establecido desde que nací. 

Pero algo empezó a cambiar cuando fui a la universidad. Tampoco puedo recordar el momento exacto (¿será que debo comer más pescado?) en que los sermones del sacerdote en lugar de producirme inspiración me generaban rechazo y hasta indignación. ¡Qué ganas me daban de levantar la mano y objetar! Pero no pues, no se podía hacer semejante cosa y quedaba no más estar sentada con cara de paco. 

¿Cuándo llegó a mis manos mi primer libro de Anthony de Mello? Exacto, tampoco lo recuerdo. Irónicamente, un libro de ese sacerdote jesuita me puso en el camino que me llevó a alejarme por completo de la religión que viví por casi 23 años. Y no es que él profesara rechazo a la Iglesia Católica o expusiera casos de pederastia o discriminación. El simplemente se dedicó a recopilar parábolas, cuentos, anécdotas de diferentes religiones y tradiciones, las que acompañaba con una reflexión de una línea o dos. Aunque no llegué al budismo hasta muchos años después de leerlo, descubrí al releerlo que en esa época había subrayado un capítulo dedicado a Buda. "He aquí una fórmula para la contemplación: Vive totalmente en el presente". Quizás sin saberlo, eso sembró en mi continuum mental las semillas que germinaron cuando se dieron las causas y condiciones apropiadas. Quizás esas semillas vienen de mucho, mucho tiempo atrás. 

Mi período post-catolicismo fue caracterizado por un ateísmo hardcore en el cual la ciencia era ley. Un ateísmo que si bien lo sentía inevitable, no por eso fue menos doloroso en ciertas ocasiones. Como cuando mi mamá tuvo una metástasis cancerígena en el cerebro y tuvieron que operarla de emergencia. No podía pretender que ahora sí, ahí estaba ese dios que hasta hace poco me resultaba inexistente. Ese dios todopoderoso que puede ayudarte a resolver todos tus problemas. Lo único que podía hacer era limitarme a confiar en la medicina y la habilidad del cirujano, y descubrir que definitivamente hay cosas de las que no se vuelven. Que una vez que las descubres ya no puedes echarte para atrás y hacer como que no viste nada. 

Ser atea me transformó en una persona sin dios pero no sin ley, como muchos suelen creer. Mi primer tatuaje, la palabra africana "ubuntu", respondía a ese deseo de querer plasmar en piel en lo que sí creía. En aquello que regía mi vida. Eso era la creencia de que "soy porque somos", código ético con el cual buscaba ayudar y no hacer daño, partiendo de la conciencia de que somos interdependientes. 

Aunque el tiempo siguió, esa hambre de encontrar algo más para cultivar mi mente y mi corazón, solo se hizo presente con una fuerza aún mayor. ¡Qué me iba a imaginar que la respuesta me llegaría gracias a las redes sociales! Un día, revisando mi cuenta de twitter leí que estaban promocionando un taller de meditación mindfulness. Me inscribí y al asistir algo me llamó la atención de la instructora. Algo en su voz. Algo en su presencia. Dijo ser psicóloga, y aunque en esa época yo me estaba atendiendo con otra terapeuta, recuerdo con claridad haber pensado, "algún día iré a su consulta". 

Pasaron seis meses hasta que me dio un episodio en el que me sentí tan perdida que, con lágrimas en los ojos, busqué entre mis contactos de Facebook a la profesora de meditación que me había dado buena espina. Le pedí cita con urgencia, y por esas gracias de la vida o el karma, justo se le había desocupado un turno. Esa psicóloga resultó no sólo ser maestra de meditación, sino practicante budista. Y se hizo la luz. Han pasado dos años desde ese día, dos años en los que he podido encontrar en el budismo, la guía de crecimiento que había estado buscando. 

Esta bitácora digital me acompañará en este camino de descubrir mi propia naturaleza búdica. De sintonizar con esa claridad y sabiduría, que me permitan ser verdaderamente libre y ayudar a los demás, de la mejor forma posible. Que me permitan, aunque me intimide decirlo, convertirme en una Bodhisattva. 

Que estas líneas y todo lo que contenga esta página, beneficie positivamente a quienes la visiten. Que todos podamos ser felices y libres de sufrimiento. Que todos podamos llegar a cambiar el nombre de este blog, por un sí.